Atletas

Eduardo Pérez de Colosía, el vallista riojano más rápido de todos los tiempos

Si eres habitual en entrenamientos y/o competiciones en el CTD Adarraga, habrás pasado junto a los collages de fotografías expuestas por la instalación que muestran a importantes figuras del deporte riojano. Seguro que más de una vez te habrás detenido delante de las fotografías para contemplarlas más detenidamente y tratar de identificar a cada uno de esos deportistas. Casi a ras de suelo, en una fotografía en blanco y negro, aparece un primer plano de un saltador de vallas con el dorsal número 4, junto a la foto de Patricia Conde y debajo de las de Esmeralda Oroz y Yolanda Oroz. En una etiqueta dice ‘Eduardo Pérez de Colosía Suárez. Récord de La Rioja de 110 m.v. con 13.84 en el año 1999’. Ese récord que figura en la fotografía, junto con el de 60m vallas conseguido en 1998, siguen imbatidos más de 20 años después.

Eduardo Pérez de Colosía nació en Logroño en 1970. Su comienzo en el mundo deportivo fue muy temprano, con tan solo cuatro años, cuando su madre le apuntó a judo, un deporte que lo practicaría durante ocho años. En la EGB ya destacaba por su velocidad, ganando a todos sus compañeros en las carreras durante las clases de gimnasia en Los Boscos. “Yo sabía que corría mucho, pero la referencia solo eran los compañeros de clase.

Cuando cursaba 6º de EGB su profesor de gimnasia le llevó a unas pruebas en el Adarraga, en las que participó en 60m. Fue ésta la primera carrera que ganaba fuera de su colegio, clasificándose para la final donde se enfrentaría al resto de clasificados de toda La Rioja. Desafortunadamente a su profesor se le olvidó comunicarle la fecha de la final y nunca podremos saber si ya por entonces era el mejor de nuestra comunidad.

A pesar de todo, estas aptitudes para la carrera no las dirigió hacia el atletismo. Fue su 1,85 de altura lo que le llevó a la práctica de baloncesto como pívot. Comenzó jugando en el Cantabria para después pasar al Calasancio. Su último año de instituto coincidió con su última temporada como jugador de baloncesto, donde el Calasancio consiguió ganar la liga y subir a tercera división.

Para entonces ya había decidido que quería estudia INEF en Madrid y que tenía claro que quería seguir practicando deporte, lo que no era tan claro es que quisiera seguir con el baloncesto. Logró pasar las pruebas físicas de acceso a INEF gracias a los entrenamientos con el entrenador riojano Óscar Calvé.

Un mes después de haber comenzado INEF en Madrid con 20 años, su profesora de atletismo Blanca Miret vio las cualidades que tenía como atleta y le animó a entrenar con ella atletismo. Su desconocimiento del mundo del atletismo era tal, que en ese momento no sabía que la propuesta le venía de una de las mejores entrenadoras nacionales de atletismo, que tenía entre sus pupilas a atletas de la talla de Sandra Myers.

Miret le dio a elegir la disciplina que quería practicar “A mí me gustaba la velocidad y elegí las vallas. No había saltado en mi vida una valla, pero había visto competir por la televisión a Carlos Sala y a Javier Moracho y me parecía espectacular.” A Blanca Miret no le pareció buena idea la elección, pero aún así le hizo una prueba “La primera prueba que hice le pareció horrible. Pero claro, yo no había visto saltar vallas más que por la tele. Sin embargo, ese mismo día practicamos un poco la técnica y se sorprendió de la mejora tan rápida en las siguientes pruebas.

Con tan solo 20 días entrenando vallas, su entrenadora lo presentó por el Tajamar (su primer club de atletismo) a una carrera donde consiguió la mínima para el campeonato de España absoluto. Dos meses después participaría en el Meeting Memorial Cagigal “Mi entrenadora me llamó por la mañana para decirme que me había conseguido una calle para competir por la tarde en el meeting. De repente me encontré en la pista con Greg Foster -plata en los Juegos Olímpicos-, Roger Kingdom -dos veces campeón olímpico-, Reinaldo Nehemiah -primer hombre que bajó de los 13 segundos en 110mv-… Impresionaba, pero a la vez no recuerdo esta carrera como la que más me impresionó porque en ese momento todavía no estaba tan introducido en ese mundo, como fue después.

Vivir en Madrid se le hizo duro y no se llegó a acostumbrar en su primer año de INEF. “Tardaba 45 minutos en ir a clase. Me iba antes de las 8 de la mañana a clase y hasta las 6 de la tarde no volvía a casa.” Pidió el traslado a otra ciudad para seguir estudiando INEF y en el siguiente curso se incorporó en Vitoria “Es una ciudad más parecida a Logroño y además, por cercanía, me permitía venir todos los fines de semana. Allí terminé la carrera súper contento.

Con Blanca Miret continuó dos años más entrenando. Seguían en contacto por correo, fax y teléfono, y de vez en cuando iba a Madrid para ver la evolución. Entre tanto era seleccionado por la RFEA para acudir a concentraciones “Me hacía mucha ilusión recibir una carta de la ‘Española’ para acudir a una concentración con el equipo nacional. En la primera me tocó con Maite Zúñiga, Blanca Lacambra y Carlos Sala, y la verdad es que fue muy bonito.

En Vitoria fichó por la Universidad del País Vasco, que entonces estaba en División de Honor, y se unió a un grupo de entrenamiento de vallistas dirigido por Juan Carlos Álvarez. Allí conoció a Francisco Javier López, un atleta más joven pero entonces con gran proyección. De forma natural se fue involucrando más en el grupo de entrenamiento y abandonó a su entrenadora Blanca Miret. “Fran López se puso a muy buen nivel y nos convertimos en dos de los mejores vallistas de España. De hecho, Fran llegó a ser tres veces campeón absoluto de España en 110m vallas. Entrenar juntos nos vino muy bien a los dos, imagínate los piques en los entrenamientos… El uno alimentaba al otro.

A medida que fueron mejorando ambos, recibieron ofertas de otros clubes. Francisco Javier López fichó por el Larios y Eduardo Pérez de Colosía por el Cahpín de Jerez “Era curioso porque entrenábamos juntos en la UPV y luego competíamos cada uno en un equipo, con lo cual la rivalidad era todavía mayor.

Antes de fichar por el Cahpín de Jerez, Antonio Moreno se puso en contacto con él para unirse al Club riojano El Corvo con el objetivo de ascender a 1ª División Nacional “Aunque yo estaba compitiendo en División de Honor el proyecto era ilusionante. Así que acepté. ¡Y lo conseguimos, subimos!. Las dos puntuaciones más altas fueron las mías, en las dos pruebas que hice. Lo recuerdo con mucha ilusión.” El compromiso con El Corvo era de un año, tras el cual recibió una oferta del Chapín y fichó con el club de Jerez. “En El Corvo no les hizo gracia, pero yo estoy muy tranquilo porque el compromiso con ellos era de solo un año.

El 14 de marzo de 1994 es una fecha que se le ha quedado grabada en la memoria “El entrenador quiso probar un ejercicio nuevo que creímos que podía ser interesante. Fui el primero en probarlo y me destrocé el tobillo. Me rompí los ligamentos y me arranqué el calcáneo. Todavía me acuerdo del dolor. A través de la RFEA me consiguieron una semana después una cita con Eduardo Escobar, médico de la Real Sociedad. Cuando el médico me quitó el vendaje, sus palabras fueron: es el tobillo más desastroso que he visto en mi vida. Una semana después de la lesión tenía todas las fibras necrosadas y no me pudo operar. Me dio el cincuenta por ciento de posibilidades de que pudiera volver a correr.” A base de rehabilitación y muchas horas de piscina, consiguió volver a la pista 7 meses después y ganar la primera carrera que corría tras la lesión “Fue en el Campeonato del País Vasco en San Sebastián y corrí con Íñigo Monrreal, que fue campeón de España de 4 vallas y con Javier Pascual, campeón de Euzkadi durante muchos años. Esa fue la carrera que más ilusión me hizo ganar.

Al terminar la universidad, en 1995, Pérez de Colosía regresó a Logroño. Al principio continuó entrenando con su entrenador de Vitoria, pero al poco tiempo se puso en contacto con Eusebio González quien le dirigiría hasta el final de su carrera deportiva. “Con 25 años ya tenía criterio con respecto a lo que necesitaba. Entendía que la técnica de vallas la llevaba bastante bien y lo que tenía que mejorar era la velocidad. Para mí Use es uno de los mejores entrenadores españoles tanto de velocidad como de saltos.

Las mejores marcas llegarían cerca de cumplir los 30 años de edad. La primera fue en 1998 en 60m vallas con 7.89 conseguida en Valencia. La segunda la obtuvo en Tolosa un año después en 110m vallas con 13.84. Ambas marcas supusieron récord de La Rioja, unos récords que a día de hoy continúan imbatidos. A pesar de todo, considera que pudo haberlo hecho mejor “Siempre he pensado que nunca hice la carrera perfecta, que yo corría más que eso. Recuerdo entrenamientos perfectos y sin embargo no recuerdo ninguna carrera que saliera perfecta y pudiera decir: no puedo correr más de esto.

Su punto débil fue el ataque de la primera valla “Yo salía muy bien, tenía mucha velocidad de reacción. Mi mayor problema era cuando llegaba la primera valla. Yo salía muy fuerte y eso, a priori, en 100m lisos es bueno, pero no en vallas porque me hacía llegar a la primera valla más adelantado y acaba por tocar la valla con la pierna de ataque y eso te frena mucho, pierdes mucha velocidad de la carrera. Muchas carreras se me fueron en esa primera valla.

Nunca llegó a subirse a un podio en un campeonato de España. “No he tenido suerte en las finales a pesar de haber ganado las semifinales. Hay que saber correr en la finales. En vallas hay que correr muy fluido y en la final siempre hay mucha tensión. En vallas muchas veces no gana el que mejor marca tiene. Por ejemplo, Fran López y yo teníamos la misma marca y sin embargo, yo he sido cuarto cinco veces en campeonatos de España y él ha sido tres veces campeón de España. Cuando hice el 13.84 en Tolosa, fue en un meeting nacional del sector de vallas donde quedé segundo por detrás de Hipólito Montesinos, que hizo mínima para los Juegos Olímpicos con 13.59. En este meeting bajé de 14 segundos en la semifinal y en la final y sin embargo Fran ni siquiera pasó a la final. Una semana después, él nos ganó a todos y fue campeón de España.

El haber competido a tan alto nivel le ha permitido coincidir en reuniones con grandes atletas mundiales de aquella época “En un meeting en San Sebastián coincidí con Carl Lewis, Sergey Bubka, Michael Johnson y corrí la carrera con Colin Jackson.

Un recuerdo muy bonito lo tengo en un campeonato de clubes en el que estaba concentrado en el hotel con Yago Lamela. Juntos íbamos los dos en mi coche a la pista y en uno de esos días hizo uno de los tantos récords de España que consiguió en su vida. Le guardo mucho cariño a Yago.

Fueron solo 10 años los que viví el atletismo, pero 10 años súper intensos.

Su final en el atletismo fue radical un año después de haber conseguido su mejor marca en 110m vallas. Su amor por el deporte por el que tanto había luchado pareció no haber sido correspondido y, decepcionado, abandonó para siempre cualquier vínculo con el atletismo. “Las cargas de entrenamiento son tan intensas, que acabas con los tendones al límite. Recuerdo en los últimos años que tenía los tendones de Aquiles que no me dejaban ni andar. Bajaba a la pista cojeando y tenía que calentar durante una hora y media para poder correr a tope. Tenía además problemas en el aductor de la pierna de paso.

La temporada 1999/2000 la centré en conseguir la mínima para los Juegos Olímpicos en 110m vallas. Tanto Use como yo estábamos convencidos de que la íbamos a conseguir. Entrené más que nunca. Me fui a entrenar en verano a Torrevieja, donde mis padres tenían un apartamento. Allí estaba de responsable de las instalaciones deportivas Daniel Plaza, que había sido medallista en Marcha en los Juegos de Barcelona. Se enrolló mucho conmigo: me abría las instalaciones solo para mí los sábados y los domingos y doblaba entrenamiento… Ahí recuerdo correr una barbaridad. Regresé a Logroño para seguir entrenando de cara al Campeonato de España donde iba a intentar hacer la mínima. En el último entrenamiento me lesioné los isquios. Aún así fui al Campeonato de España pero no pude correr. Había sido tanto el esfuerzo… y sin embargo no había servido para nada. Me sentí tan frustrado que hablé con Use y le dije que lo dejaba. Estaba muy enfadado con el atletismo. Entendía que había sido muy injusto conmigo. No había conseguido ni una medalla en un Campeonato de España, y esta vez que lo tenía tan cerca… y ni siquiera lo pude demostrar. Si en esa ocasión no lo hubiese conseguido me habría tenido que aguantar, pero es que ni siquiera pude probar.

Cuando dejé el atletismo lo pasé muy mal porque era mi vida. Mi cuerpo además empezó a cambiar, ya no estaba tan fuerte, y eso aumentó todavía más la depresión.

Sin embargo la Universidad del País Vasco le propuso regresar con ellos y consiguieron que fichara una vez que ya lo había dejado. Compitió de nuevo en una liga de clubes a la que acudió sin entrenar y quedó segundo. Esa fue la última vez que pisó una pista de atletismo como atleta. “Alguna vez se me ha pasado por la cabeza volver a correr como Máster, pero creo que muscularmente no estoy preparado y me acabaría lesionando. Me da rabia porque me gustaría.

Una vez retirado definitivamente del atletismo, ha dedicado la actividad deportiva al golf y al ciclismo, eso sí, como aficionado. “El golf me gusta mucho porque es tan técnico y requiere tanta concentración, que me tiene enganchado. La bicicleta me sirve para machacarme físicamente.

Han pasado 20 años desde que abandonó el atletismo y el tiempo ha hecho que se reconcilie de nuevo con el deporte al que le dedicó tanto esfuerzo. Con la perspectiva del tiempo ha conseguido quedarse solo con lo bueno que vivió y lo demuestra la ilusión con la que cuenta sus experiencias, aunque no sea muy dado a rememorarlas. Su propio hijo, que también practica atletismo entrenado por Eusebio González, nunca ha visto correr a su padre a pesar de que tener en casa grabaciones en vídeo hechas por sus entrenadores. Reconoce que los compañeros de entrenamiento de su hijo sí que conocen quién fue su padre, pero está convencido de que el resto de atletas riojanos de las nuevas generaciones desconocen la historia de este atleta logroñés.

La próxima vez que pases junto a los collages de fotos expuestos en las instalaciones del Adarraga conocerás un poco más de ese atleta con el dorsal número 4 pasando la valla en la fotografía en blanco y negro que está casi a ras de suelo. Sabrás también, a partir de este momento, que todos esos collages los realizó el vallista riojano Eduardo Pérez de Colosía.

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