Marcos Moreno: «Este año iba a dejar el atletismo. Mi padre me dijo que ni de coña. ¡Menos mal!»
La cosa no pinta bien. De hecho, pinta bastante mal. Si no fueron estas las palabras exactas que flotaron en el aire del hogar de los Moreno Sáez fueron algo parecidas cuando el primogénito de los tres hermanos llegó a casa a final de diciembre del año pasado con seis suspensos en el inicio de curso de segundo de bachillerato. Un inicio de curso nada prometedor, más si cabe cuando nuestro protagonista había decidido dejar el atletismo al cierre de la temporada pasada para centrarse en los estudios. “A mi padre le dije más de una vez que este año iba a dejar el atletismo y que lo retomaría un año después. Mi padre me dijo que ni de coña. ¡Menos mal!”.
Con este preámbulo, a ver cómo se reconduce esta historia de forma cuerda para que el capítulo 18 de la vida de Marcos Moreno Sáez finalice con un 10 en la EBAU y siendo campeón de España, séptimo de Europa y noveno del mundo en atletismo.
No le dejamos ni que repose las 14 o 15 horas de viaje de vuelta desde Nairobi, donde acaba de participar en el Campeonato del Mundo Sub20 de atletismo clasificándose en el Top Ten. Recién aterrizado en España, quedamos con él para que nos cuente esta inolvidable experiencia que acaba de vivir; además de que nos haga un repaso de esta temporada ‘de locos’ que, de momento, es la mejor de su vida.
¡Bendita juventud! Qué facilidad de recuperación tras un largo viaje. “Ya he perdido la cuenta de las horas de viaje. Han sido 14 o 15. No sé… han sido muchas, demasiadas” Nos cuenta nada más llegar a la cita con un semblante digno de quien acaba de finalizar una placentera jornada de playa en la tumbona bajo la sombrilla. Llega junto a Marcos Moreno Cuesta, padre y entrenador en el mismo pack del atleta que le ha acompañado en su periplo por tierras Kenianas.
Ambos Marcos Moreno han sido los únicos riojanos en la reducida delegación española que ha participado en este Mundial, uno como atleta y el otro como entrenador. Ha sido una de las delegaciones más reducidas de las más de 110 presentadas en este Mundial. España acudía a Nairobi con solo 16 atletas: 8 hombres y 8 mujeres. Sin embargo, a pesar del reducido número de representantes, los españoles consiguieron el mayor botín global entre medallas y finalistas en un Mundial Sub20. Fueron 3 medallas y diez finalistas lo que consiguieron nuestros atletas. Y entre los finalistas, el discóbolo riojano Marcos Moreno.
No pasa mucho rato desde que recibe por nuestra parte la enhorabuena hasta que expresa un cierto descontento con un “Tampoco ha sido para tanto” tras el agradecimiento y dejarnos patente de que ha sido una gran experiencia la que ha vivido. Su padre calla, aunque su cara lo dice todo mostrando no estar de acuerdo. Su hijo guarda cierto resquemor de este viaje y queremos saber porqué, aunque algo sospechamos.
A lo largo de la conversación padre e hijo –o atleta y entrenado, porque a veces no se sabe cuándo uno habla desde su condición de hijo/atleta, padre/entrenador- entran en debate acerca del resultado conseguido en el mundial, siendo más crítico el propio atleta.
Pero comencemos por el principio. Marcos Moreno nos comentaba al final de la temporada pasada que quería centrarse en los estudios. No iba a dedicarle mucho tiempo al atletismo en 2021. Entonces ya le rondaba por la cabeza dejar el atletismo tal y como nos ha comentado en nuestra cita tras el Mundial. Quizás los ánimos del padre y el fichaje para esta temporada con el Go Fit Athletics le hizo seguir entrenando, aunque fuese con menor intensidad “Este año solo he entrenado una media de dos veces a la semana y sin ganas” nos reconoce el atleta. “El confinamiento por la pandemia nos ha demostrado que se estaba entrenando demasiado y que el descanso ha venido bien a los atletas. No hay más que ver los resultados este año.” comenta el entrenador.
Con su empeño por sacar adelante los estudios, y un entrenamiento bajo mínimos, en febrero consigue lanzar en León hasta los 57,52 metros, una marca mínima para el Europeo y el Mundial que le posiciona, además, segundo en el ranking mundial Sub20. “Yo empezaba la temporada pensando que este año iba a lanzar 55 metros y que eso iba a estar bien. 55 siendo de primer año está muy bien. Sin embargo he lanzado 60 y con unos niveles de fuerza como el año pasado.” Su padre aclara “Al final ha entrenado más de lo que piensa. Los dos o tres días a la semana que ha entrenado, unido al crecimiento biológico de la edad, ha hecho que haya conseguido el resultado. La fuerza que utiliza un atleta no es la fuerza voluntaria, que es la que se mueve con las pesas, es la fuerza involuntaria. A Marcos lo que le pasa es que tiene buenos niveles de técnica y unos buenos niveles de fuerza/velocidad.”
En mayo es declarado Deportista de Alto Nivel (DAN) por el Consejo Superior de Deportes, el único atleta riojano que consiguió esta acreditación este año. Ese mismo mes se proclama vencedor en Disco durante el Campeonato de España de clubes Sub20. En el mismo Nacional, su compañero de equipo, el también riojano Carlos Beltrán, consigue la victoria en Longitud. “Cuando me encontraba en los entrenamientos con Carlos Beltrán me decía que él quería ir al Europeo y que iba a hacer todo lo posible por conseguirlo. Yo le decía que yo no iba a ir. Al final he sido yo el que ha ido.…”
A tres días de enfrentarse a la EBAU a comienzos de julio, se presenta en el Campeonato de España individual Sub20 como favorito y no solo se cuelga el oro, sino que supera su mejor marca en más de 2 metros, alcanzando los 59,79 metros. Afianzaba así su asistencia en el Europeo y en el Mundial Sub20.
Con el objetivo cumplido de terminar el Bachillerato y superar la EBAU, se desplaza dos semanas después hasta Tallin (Estonia) para disputar el Campeonato de Europa Sub20 donde, con un lanzamiento de 57,34 metros, se clasifica en séptima posición. Al finalizar el Europeo recibe la confirmación del seleccionador nacional para asistir al Campeonato del Mundo que iba a celebrarse en Nairobi.
Con la pista de atletismo del CTD Adarraga de Logroño cerrada por obras, Marcos Moreno padre ‘tira’ de recursos –y de ayuda de la RFEA- y se concentra con su hijo en el CAR de León durante dos semanas para preparar el Mundial.
El comienzo del Mundial se retrasó un día por problemas con el transporte de las pantallas informativas de pista. Los protocolos por la COVID-19 aisló en burbujas a las distintas delegaciones internacionales. La española compartía hotel con las delegaciones de otros ocho países. Nadie podía entrar ni salir de esas burbujas e incluso los trabajadores del hotel han vivido con los atletas durante estos días. Un test de antígenos cada dos días ha asegurado que el Mundial se celebrara con seguridad. “Yo casi le tenía más miedo al agua que íbamos a beber y a las condiciones de la comida que al COVID… pero después de comprobar el primer día allí que todo era seguro, dejé de preocuparme.” confiesa el atleta.
Marcos Moreno no compitió por primera vez hasta el penúltimo día del Mundial. En el clasificatoria para la final debía lanzar 58 metros si quería pasar a la final que era su objetivo. “Estaba un poco nervioso, pero en el calentamiento hice tres lanzamientos y en dos de ellos lancé más de 58 metros. Ahí me relajé.” Solo le hizo falta un lanzamiento para conseguir la Q mayúscula con 58,04 metros y pasar a la ronda final al día siguiente.
A la final se presentó más tranquilo. El objetivo ya estaba conseguido y a poco que lanzara como hasta ahora el resultado iba a ser bueno. Sin embargo las cosas se torcieron nada más empezar. El primer lanzamiento fue a parar a la red destensada en la puerta izquierda de la jaula que invadía el sector. “Por más vueltas que le doy no entiendo qué pasó…” se lamenta el atleta. El padre encuentra una posible explicación “En el calentamiento vi que los jueces estaban moviendo una de las puertas de la jaula porque había un zurdo. En ese momento no le di importancia. Las puertas de la jaula en los lanzamientos de Martillo se mueven según si el lanzador es diestro o es zurdo. Si es diestro se cierra la puerta izquierda y si es zurdo la derecha. Pero las puertas en Disco están colocadas en el límite del sector, en ningún caso dentro.” Explica el padre. “¡Que no!” replica el hijo “Que fue culpa mía.” “Si la puerta no hubiese estado así el disco habría salido de la jaula” Insiste el padre. “La puerta estaba igual de cerrada para los demás. Si el disco en vez de tocar en la puerta sale de la jaula igual se habría salido del sector” contesta el hijo… Y así se enzarzan en un debate entre padre e hijo –o entre entrenador y atleta porque vuelvo a no distinguir qué rol adopta cada uno en este momento- del que veo que no van a llegar a un punto de encuentro.
Sea por el motivo que sea, el nulo de ese primer lanzamiento le sobrepasó al atleta. “Me puse muy nervioso. Eso no lo tenía previsto. Si esto me pasa, por ejemplo, en un control en el Adarraga no me hubiese afectado para nada, pero estaba en la final de un Mundial…”.
En el segundo intento fue a asegurar lanzando hasta los 54,49 metros “Soy capaz de lanzar más de 55 metros sin esfuerzo y con eso ya hubiese pasado a la mejora, pero estaba tan nervioso que no llegué ni a esa distancia.” Le quedaba un último intento para la mejora pero volvió a hacer nulo. El entrenador detalla este tercer lanzamiento “Marcos lanzaba el último, el doce. En la segunda ronda iba séptimo con esa mierda de segundo lanzamiento. Luego le pasaron… octavo. El que tiraba en el puesto diez le adelantó. Luego tiraba otro y Marcos. Entonces ahí no fue capaz de gestionar la ansiedad e hizo un tercer mal lanzamiento. Ese sí que fue un mal lanzamiento que acabó en la red, en el lado derecho.”
Terminaba así su participación en el Mundial, con una espina clavada por ese primer nulo que fue determinante en el resto de lanzamientos y que le hace no estar muy contento con el resultado.
Como en todo, hay que sacar lo positivo de la experiencia. “Lo que me pasó me tiene servir para aprender a gestionar estas situaciones en competiciones de alto nivel. De estar con el típico gusanillo por la competición antes del primer lanzamiento pasé de repente a estar supernervioso y ya no lo supe controlar.” En este punto, padre e hijo, entrenador y atleta se vuelven a encontrar.
Finaliza así la, hasta ahora, mejor temporada del discóbolo riojano “Ahora me voy a tomar un mes de vacaciones en el que no quiero saber nada ni de estudios ni de atletismo.” Sin embargo, ya piensa en el Mundial Sub20 que se celebrará el próximo año en Cali. “Tengo muchas ganas de estar allí. El próximo año quiero entrenar cinco o seis veces a la semana para estar lo más arriba posible y espero que las ganas me duren.” Avisa Marcos hijo. “Con su edad hay que ir construyendo poco a poco, no hay que ir por la vía rápida para llegar al máximo nivel. Si este año mejora los niveles de fuerza un 3% no hay porqué intentar que sea un 6. Dentro de cuatro años ‘ya estará hecho’ y tendrá herramientas y recursos para entrenar toda la carga que se le proponga y hacerlo en cualquier condición: con cualquier entrenador o en cualquier sitio.” apostilla Marcos padre.
El discóbolo riojano tiene como referencia al lituano Mykolas Alekna, hijo de Virgilijus Alekna, el segundo mejor discóbolo de la historia. Mykolas fue el campeón de mundo Sub20 en disco en esta edición celebrada en Nairobi. “Tengo como referencia al chaval que ganó, a Alekna, que creo que va a batir el récord del mundo. El año pasado en su primer año en Sub20 lanzó 63 metros, yo he lanzado 60. Ese chaval es flaco y alto como yo y este año mueve 155 kg en pectoral y yo 100, pero creo que el año pasado movería como mucho 115.”
Los resultados de este año han dado un nuevo impulso al mejor discóbolo riojano, que comenzó la temporada con la idea de dejar el atletismo y 6 suspensos en el primer trimestre de curso y ha finalizado en el Top Ten mundial del atletismo Sub20 y con un 10 en la EBAU. Tras las merecidas vacaciones que ya está disfrutando quizás pueda ver y reconocer con la perspectiva del tiempo y del descanso vacacional el fantástico resultado conseguido en éste su primer Mundial. Ojalá que el año que viene en Cali pueda liberarse de la espina que se ha traído clavada como recuerdo de Nairobi.